Factura electrónica: Obligación legal y conveniencia empresarial
Con esta frase el político catalán Francesc Cambó, a principios del siglo XX, resumía las consecuencias negativas de oponerse o dilatar los procesos históricos irreversibles. Sirva la misma para abordar la necesaria e inevitable adaptación de la gestión económica a la realidad de los tiempos
La digitalización progresiva en la gestión empresarial es inevitable, y ello se comprueba día a día. Primero fue la contaduría, más tarde la gestión de mercaderías, …, y ahora llega la hora de la facturación.
Todos los Estados, por motivos de control fiscal, intentan evitar el fraude, y en esa línea una herramienta fundamental es el control de la facturación, a través de la factura digital. El sistema de facturación digital se está implantando de forma progresiva en la legislación de todos los países, y con el fin de asegurar su cumplimiento se establecen duras sanciones para aquellas empresas que lo incumplan.
Tomemos como ejemplo el caso de México, uno de los países más avanzados en esa línea, que a partir del 1 de enero de 2019 obligará a todas las empresas a facturar electrónicamente, imponiendo duras sanciones (multas por valor del 1% de lo no facturado por este sistema, o cierre en los casos más graves) a las empresas que incumplan tal obligación.
La mayor parte del empresariado actúa en el marco de la legalidad, y cumple con sus obligaciones. Por tanto, esa transición hacia la facturación digital no debe verse con recelo y suspicacia, sino más bien como una oportunidad que tendrá efectos positivos en su gestión, y que de forma indirecta redundará en una mejora de la sociedad.
Las duras sanciones que las leyes imponen ante el incumplimiento, no deben ser el único argumento de convicción. Los empresarios deben entender que la aplicación de un sistema para la facturación electrónica en su empresa les va a permitir un mayor control, así como reducir los costos asociados a la facturación tradicional (papel, imprenta, almacenamiento físico y control de facturas, etc.).
Un análisis costo-beneficio del sistema de facturación digital en cada empresa evidenciará la conveniencia de este proceso de transición a lo digital más allá del temor que pueden generar el sistema de sanciones en caso de incumplimiento.
Otro aspecto, no menos relevante, que motivaría la transición hacia el sistema de facturación digital serían las externalidades positivas en la producción que la aplicación de este sistema genera. Pues la supresión del “papeleo" propicia la reducción de la “huella medioambiental", y este es un valor en alza y de consideración creciente en la imagen empresarial.
No deben ser en exclusiva las sanciones coercitivas las que orienten las decisiones de los empresarios. Evidentemente las multas y sanciones deben existir para una minoría que de forma deliberada transgreden las normas. Pero para la mayoría, son argumentos positivos como los expuestos los que deberían convencerlos que dar marcha atrás en el proceso irreversible como es la digitalización, en palabras de Francesc Cambó, es pedir lo imposible, y que intentar retrasar su puesta en funcionamiento conduce inexorablemente al desastre.